Nuestro centro sigue funcionando con atencion OnLine por Videoconferencia.
Atencion a todo Chile, tanto pacientes nuevos como antiguos.
Infidelidad y bigamia
Cuando aparece una tercera persona puede surgir la idea de mantener
esa relación a la par del matrimonio.
Distintos amores
Uno de los argumentos que avala la posibilidad de amar a dos
personas (o más) al mismo tiempo es que sentimos que
no amamos de la misma manera, que el amor que sentimos por
una y otra pareja es diferente. De hecho, esa es la explicación
que dan los bígamos, que en general son hombres. Es
muy infrecuente que se dé la bigamia femenina. ¿Es
esto verdad o sólo una impresión, un prejuicio
cultural?
El afirmar que los bígamos suelen ser hombres tal vez
tenga que ver con algo cultural. Incluso con las formas de
trabajo, ciertas ocupaciones que les permiten decir que están
aquí o están en otro lado y eso les permite
cierto manejo del tiempo y por lo tanto del espacio para atender
otra relación. Pero lo cierto es que la mayoría
de las personas bígamas son hombres.
Durante un debate televisivo acerca de la bigamia, un hombre
que tenía dos hogares fue consultado acerca de su actitud
frente a sus hijos. Él contestó simplemente
que les enseñaba que él amaba a sus dos mujeres.
El debate podría continuar, ya que entre las cosas
que podemos enseñar a los niños también
está la posibilidad de elegir, de poder renunciar,
por ejemplo.
Lo físico y lo afectivo
Lo que nos ocupa aquí es la infidelidad erótica
aunque uno, por supuesto, puede ser infiel de muchísimas
maneras: a sus ideales, a sus propios principios, a sí
mismo. Pero hablemos del triángulo o del polígono...
Lo que va más allá de la díada. Algunas
personas se sienten sumamente celosas de que su pareja pueda
sentir deseo sexual, y aún actuarlo. Tienen muchos
celos del contacto corporal. Y a otras personas no les preocupa
tanto eso, siempre que no haya compromiso afectivo; lo que
no toleran es que se quiera a otro.
Sobre esto hay también un concepto generalizado en
la gente en el sentido de asignar diferentes roles en lo sexual,
de modo que el hombre sería más bien físico
y la mujer más afectiva. Y, a la vez, el hombre estaría
menos dispuesto a perdonar una infidelidad sexual de su pareja.
Puede ser que la mujer entienda más una traición
sexual, y es más frecuente escuchar este reclamo de
los hombres. Pero hay que reconocer que ya no es exclusivo:
los hombres ahora suelen hacer protestas afectivas muy importantes.
Por ejemplo, cuando sale con una mujer casada suele decirle
que el problema no es simplemente sexual (que ella tenga relaciones
con su marido) sino que les molesta que esté más
tiempo con ese marido, que no tenga mucho tiempo para este
hombre que la ama.
El problema del triángulo
El problema central, por lo menos en los matrimonios, es aceptar
demasiado rápidamente que porque ha aparecido un amorío
?un señor que se ha enredado con su secretaria o la
señora con su profesor de tenis o lo que fuere?, esto
significa que la pareja central está mal. Que no anda,
que no funciona. Porque si las personas que están en
pareja se convencen de esto, a lo mejor quiebran relaciones
prolongadas, profundas, estables y armónicas, que no
debieran quebrar. A veces es cierto que la pareja no daba
más, y el tercero no tiene nada que ver con que se
rompa esa pareja. Era una cáscara: se había
ido vaciando de sus contenidos de intimidad, de contacto sexual,
de aventura, de construcción y sostén mutuos,
y quedaba sólo el formato. En este caso cualquier tercero
que entre es un huracán en el Caribe, arrasa con lo
que quedaba de la forma.
Pero no siempre es así. A veces lo que los terapeutas
hacemos con parejas muy prolongadas que tienen un buen vínculo,
donde ha aparecido alguna circunstancia extramatrimonial,
es tratar de que puedan revisar por separado ambas cosas.
Si el vínculo es válido, si se llevan realmente
bien, cuáles son las cosas que comparten, si en verdad
quieren perder ese vínculo, o tienen que ver cómo
lidian con eso que les sucedió. Es notable cuánta
tolerancia suele haber en una pareja, al menos ante la primera
infidelidad registrada.
Saber y no saber
Es probable que en la familia todos sepan todo. La cuestión
es cuándo van a decidir enterarse, o reaccionar, o
actuar. Pero el grado de conocimiento que tienen en general
los miembros de una pareja entre sí es muy profundo,
aunque no todo ese conocimiento es consciente. Por alguna
actitud, por alguna mirada, por cierta distancia o desinterés,
la infidelidad se sabe. Y el otro decide enterarse o esperar,
y el primero decide ocultarlo o decirlo.
Hay algo que suele pesar en todo esto... Aparece otra persona,
quizás algo más que una aventura ocasional.
Pero está el otro vínculo muy armado, y nos
preguntamos si vale la pena perderlo. Y entonces suele surgir
la idea de que la solución es mantener las dos personas.
¿Cómo se sostiene esto?
Amándolas, o estando muy interesado por las dos. Recibiendo
mucho en ambos vínculos. Bueno, elegir en la vida es
siempre difícil. Ser un ser humano y tener la posibilidad
de elección es una de las bendiciones y también
una de las mayores complicaciones que tenemos. Porque además
de poder elegir, solemos ser ambivalentes: queremos una cosa
y la contraria. Elegimos a alguien porque es hermosa pero
nos molesta que la miren otros hombres, elegimos a un hombre
porque es fuerte pero nos molesta que sea un poco tosco. Estamos
siempre teniendo sentimientos contradictorios y dobles. Entonces,
seguro que una de las formas de actuar esa ambivalencia es
mantener los dos modelos. Pasar de ambivalente a "bivalente".
Lo que pasa es que la "bi?valencia" estable tiene
consecuencias graves para los dos vínculos. Y mucho
más si en la relación hay hijos, puede traer
serios problemas psicológicos.
Le invitamos a conocer las caracteristicas diferenciadoras de nuestro centro (que nos distingue): Quienes somos
Si desea conocer la experiencia de quienes ya han asistido a nuestro centro: Testimonios
Si desea ver nuestras oficinas: Nuestras Oficinas
Si desea reservar una hora de atencion lo invitamos a conocer nuestros Horarios y Valores.