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RETRATO DE LA PERSONA DIVORCIADA

Al igual que el noviazgo o el matrimonio, el divorcio puede ser un importante hito en la vida de las personas. Pero ¿qué tipo de personas corren más riesgo de divorciarse? Los estudios sociológicos coinciden en sus resultados, aportando polémicos e inesperados datos

Predecir el divorcio es realmente complicado. Existe un gran cúmulo de factores que lo facilitan o provocan. Pero entre todos ellos, parece existir un grupo que posee especial relevancia en las estadísticas y estudios. La obra de Ruiz Becerril y ciertos estudios realizados en EEUU hacen un perfil de ellos.

De cualquier modo, hay que tener en cuenta la existencia de múltiples factores incontrolados y particularidades. Los trazos que conforman estos retratos no son más que datos.

EL PROTOTIPO DEL DIVORCIADO
Tiene alrededor de 40 años y lleva unos 10 años casado. Las personas de mediana edad y que llevan alrededor de 10 años casados tienen una mayor probabilidad de divorciarse. Este dato cobra significado a la luz del desarrollo del estudio.

Pertenece a las clases altas que viven en áreas urbanas. El divorcio no es barato, supone la existencia de una serie de recursos por parte de los cónyuges. Además, las áreas urbanas se asocian con ideas de tipo liberal y progresista, en contraposición a lo que ocurre en ámbitos rurales, cuya cultura es más tradicional.

Casado joven. Casarse joven comporta una serie de riesgos. Inmadurez en la decisión tomada, desconocimiento de los deberes y tareas que comporta la vida de casado, etc.

Casada embarazada o con un hijo pequeño. Es cierto que la presencia de un niño facilita el matrimonio, pero este se establece pensado más en las necesidades del hijo, que en las propias de los cónyuges. Esto puede facilitar a la larga la ruptura.

Con convivencia antes del matrimonio. Este dato desafía frontalmente la creencia general de que la convivencia prematrimonial es beneficiosa para el futuro de la relación. Ocurre a menudo que las parejas que conviven sin haber contraído matrimonio, mantienen actitudes y comportamientos muy igualitarios ante la distribución del trabajo en el hogar. Esta situación, aparentemente estable y muy agradable, sufre un serio revés con el matrimonio.

Los estudios sociológicos afirman que, en muchos casos, el mero hecho de casarse supone un retorno a los roles tradicionales; es decir, a la mujer que se encarga de la casa y de los niños, y el hombre que no colabora. Este cambio repentino puede ser origen de muchas frustraciones y reproches, que no hacen ningún bien a la felicidad matrimonial.

Esposa con actitudes igualitarias ante la distribución del trabajo en casa. Estas actitudes se asocian a una estructura de pensamiento liberal y flexible, que no teme en exceso a posibles cambios. Además, está comprobado que el mero hecho de casarse supone una acomodación del marido a los roles tradicionales (el marido trabaja y la mujer se encarga de la casa), cosa que ciertas mujeres no están dispuestas a soportar.

Uno u otro tienen padres divorciados. Haber conocido de cerca la realidad del divorcio facilita desechar ciertos mitos o creencias acerca del mismo, lo que facilita la asunción de este tipo de decisiones.